Para captar la arquitectura y la concepción de la ciudad, hay que volver a la Segunda guerra mundial y a los terribles bombardeos de septiembre de 1944, luego descubrir el genio de Auguste Perret, la formidable energía de los hombres de la época para imaginar, planificar y después reconstruir.
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Las razones de la inscripción
La ciudad reconstruida por Auguste Perret figura en el seno del prestigioso círculo de los sitios inscritos en el patrimonio mundial de la Unesco. Ser patrimonio mundial, es ser único. La Unesco discierne este reconocimiento si el bien propuesto a la inscripción es representativo de valores específicos.

La Segunda Guerra mundial
La historia de Le Havre se singulariza por una sucesión de destrucciones seguidas de reconstrucciones, percibidas al mismo tiempo como renacimientos. En 1517, la desaparición progresiva de los antiguos puertos del estuario del Sena (Harfleur y Honfleur) favoriza la implantación de una nueva ciudad marítima que respondía a las ambiciones territoriales, estratégicas y económicas del rey François I.

El hábitat provisional
La historia de la reconstrucción no estaría completa sin la historia del hábitat provisional. Tras los bombardeos del 5 y 6 de septiembre de 1944, la reconstrucción de Le Havre se convierte en una prioridad nacional.

La organización de la reconstrucción
A partir de 1945, los discípulos y antiguos alumnos de Auguste Perret se reúnen en el Estudio de reconstrucción de Le Havre y lanzan un concurso interno con el fin de imaginar una «ciudad nueva» destinada a realojar los 40 000 habitantes del centro ciudad.

El Estudio Perret
Creado en 1945, el Estudio de reconstrucción de Le Havre reúne los discípulos y antiguos alumnos de Auguste Perret pero la historia, los fundamentos del estudio son anteriores a la destrucción de la ciudad en 1944.

La concepción de la ciudad
Cuando en 1945, los havreses se encontraron frente a las ruinas de una ciudad desaparecida, el Estado movilizó arquitectos, urbanistas y constructores. Esta «tabla rasa» fue el campo de todas las posibilidades, había la oportunidad de recrear todo, de inventar una ciudad nueva. Confiada a Auguste Perret y a su equipo, la reconstrucción de Le Havre lanza la mayor y más imponente obra de Francia para reanimar una ciudad y su puerto.

El confort moderno
Para Auguste Perret, a la calidad arquitectural de las viviendas hay que añadir también una calidad de vida innegable.
Los havreses visitan los apartamentos piloto, la disposición de las habitaciones, de la luz, del espacio, las paredes modulables, los muebles en serie, el frigorífico y la olla presión son los elementos que hay que poseer. Es la época de la gran moda de las artes domésticas. ¡Bienvenidos al universo de los años cincuenta!

La obra de la reconstrucción
Le Havre fue objeto de una reconstrucción única en el contexto de la posguerra. De la ciudad trazada a la ciudad reconstruida, el tejido urbano elaborado se compone de numerosas construcciones teniendo cada una su especificidad. Gracias a una reflexión de integración, el centro reconstruido combina espacios y edificios. La ciudad reconstruida por Auguste Perret aparece hoy como una de las creaciones urbanas más significativas del siglo XX.

Los herederos de la modernidad
La línea directiva de arquitectura es evitar el plagiado de la arquitectura Perret. El vocabulario es más libre, mientras se prosiga la idea de modernidad en la que fue concebido el centro-ciudad.
Así, tras las grandes realizaciones de finales de los años 40, otros arquitectos tomaron el relevo: Gay Lagneau creó el museo André Malraux (1961) hoy el MuMa, Oscar Niemeyer imaginó un espacio cultural (1982), Guillaume Gillet la pasarela de la dársena del Comercio (1969)